Extracto del libro «KARATE NO KOKORO», de Seikichi Toguchi Sensei.
«La mayor parte de las personas no comprenden el verdadero significado del entrenamiento. Utilizan este término para satisfacer sus propias ideas preconcebidas. Cuando alguien se entrena solo, poco importa la definición que damos a la palabra, puesto que la única persona afectada somos nosotros mismos. Pero cuando entrenáis a otras personas, es muy importante que comprendáis la diferencia entre entrenar a alguien y abusar.
Entrenar, en un sentido puro, implica siempre amor y respeto hacia la persona que entrenáis. El objetivo de entrenar a alguien consiste siempre en mejorarle y perfeccionarle. Así, entrenar es una relación de amor que tiene como objeto el bienestar del beneficiario. Si el entrenador no quiere a quien entrena, si la relación se convierte en una corriente de dominación en sentido único en lugar de ser una corriente de respeto mutuo en los dos sentidos, cuando el objeto de la relación se convierte en la satisfacción del ego del entrenador, entonces no se trata de entrenamiento, sino de abuso. Debéis siempre pensar atentamente en la relación que establecéis con aquellos a quienes entrenáis. No digáis coléricamente: “¡Yo siempre tengo cuidado en tratarles con cariño! ¡Cómo os atrevéis a llamar abuso a esto!”. Reflexionad atentamente sobre vuestros propios motivos.
Incluso aunque penséis obrar por amor, si vuestro amor es demasiado egocéntrico, no puede ser verdadero. A menos que el fin del entrenamiento sea una relación mutuamente satisfactoria y atenta entre el entrenador y aquel a quien entrena, a menos que estén ambos ligados por una confianza y un afecto recíproco, no se podrá nunca establecer entre ellos un intercambio de amor.
El entrenamiento tiene un lugar central en la concepción okinawense del Karate. En Okinawa, cuando se quiere juzgar a un karateka, no se utilizan términos como fuerte o débil, competente o técnicamente mediocre, etc. Antes bien, para hacer un cumplido a alguien se dice que él se entrena seriamente. Por ejemplo, en lugar de decir: “Este hombre es un buen luchador y sus técnicas son potentes”, se dirá:”Este hombre se entrena seriamente”.
Si los únicos criterios en Karate fuesen fuerza y aptitud física, bastaría con organizar torneos con el único fin de medir a un hombre contra otro y juzgar cual es el mejor. Pero la tradición de Okinawa se orienta en una dirección totalmente opuesta, lejos de la satisfacción del ego por la dominación de los demás en un torneo, sino hacia la autosatisfacción a través de un duro entrenamiento. Aquel que es criticado por no entrenar lo bastante en serio, puede corregir la situación, simplemente entrenando más seriamente. No tiene necesidad de derrotar a quien sea, ni de someter a los demás. De este modo, puede mejorarse, y mejorar su personalidad sin depender de ningún otro.
Cuando observo la situación actual del karate, desearía que no hubiese tanta gente dedicada a destruir estúpidamente la semilla que está preparada para florecer después de tantos años de trabajo. Antes que disputar y combatir unos contra otros, deberíamos seguir la sabiduría de la gente de Okinawa, y buscar, al igual que ellos, la armonía como base de nuestras vidas. Olvidemos rivalizar por la supremacía, y no perdamos de vista el verdadero espíritu del Karate. Volvamos a las formas originales de autodominio y que nuestras vidas sirvan a la idea del buen desarrollo del Karate-Do.«