La acupuntura, es empleada como método curativo desde hace siglos por la medicina tradicional china. Se basa en la creencia de que el cuerpo humano es un sistema de flujos de energía, y entiende la enfermedad como la consecuencia de un desequilibrio de la energía vital que circula por el organismo, denominada qi. La tarea del acupuntor consiste en determinar el problema y señalar las zonas en las que se ha alterado ese flujo de energía para utilizar su técnica sobre ellas y, de este modo, restablecer el equilibrio perdido.
Según la medicina tradicional china, el dolor y la enfermedad se originan a consecuencia de un desequilibrio entre las dos fuerzas que rigen el cuerpo humano, el ying y el yang; y este desequilibrio bloquea el flujo de la energía vital, o qi. La acupuntura consiste en insertar una serie de agujas muy finas en la piel del paciente, a distintas profundidades, para estimular puntos específicos del cuerpo, con el fin de restaurar el flujo y equilibrio de energía en el interior del organismo.
Las agujas, que habitualmente se introducen a una profundidad de entre uno y tres centímetros (que pueden llegar a alcanzar cinco o seis centímetros de profundidad en determinados casos), pueden ser operadas con las manos después de su colocación, o también mediante estímulos eléctricos o aplicación de calor (Moxibustión), dependiendo siempre del síntoma o afección que se esté tratando.
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